“Yo soy yo y mis circunstancias” aseveró el filósofo y ensayista José Ortega y Gasset. Uno es parte de las circunstancias que lo rodean; las circunstancias son parte de uno. La implicación de esto en el mundo organizacional es que para gestionar lo que está afuera de uno, “mis circunstancias” organizacionales, no es suficiente si no aprendemos a gestionar el “yo” al que se refiere Ortega y Gasset: a uno mismo. Sin embargo, al menos en el ambiente ingenieril y de administración de organizaciones, todos nosotros hemos sido educados y entrenados para entender y mejorar lo que está afuera de uno, las circunstancias de la organización. Pero esto no es suficiente, al menos en los problemas y retos fundamentales que puede enfrentar. No podemos aspirar a dirigir una organización si no somos capaces de dirigirnos a nosotros mismos. A continuación van cinco recomendaciones que pueden ayudar para la «gestión de uno mismo».
APRENDER
Aprender, para la gran mayoría de nosotros, significa entender las circunstancias que lo rodean, de cómo entenderlas y cambiarlas para lograr un objetivo. Y definitivamente eso es parte del aprendizaje, pero no lo es todo. La otra parte del aprendizaje es entender cómo nuestras propias formas de pensar y de actuar son parte fundamental de los problemas que enfrentamos, lo que Chris Argyris, quien fuera Profesor Emérito de Educación y Comportamiento Organizacional de la Universidad de Harvard, llama aprendizaje de segundo orden.
Según Argyris, quienes están acostumbrados a tener éxitos tienen menos capacidad de aprendizaje de segundo orden, sobre todo cuando enfrentan fracasos.
La voz interior dice “no puede ser que yo, que siempre he sido exitoso, sea culpable de esto”. Cuando más necesitamos la capacidad de aprender, menos la tenemos. Y así, tratamos de solucionar lo que está afuera, sin cambiar nosotros. Una solución parcial con resultados parciales. Siempre que enfrentemos un problema, sobre todo problemas fundamentales de una organización, debemos también pensar y tomar la responsabilidad de cómo nosotros mismos somos parte del problema y tomar acciones para ser parte de la solución.
SER PROFESIONAL
No siempre quien ocupa una posición es por méritos, puede ser por razones pragmáticas (no había muchas opciones), por razones familiares o como los políticos, por populismo. Pero eso no quita que quienes ocupamos posiciones de liderazgo en una organización, no busquemos
destacar y ser los mejores. Conchita Cintrón decía, “no es la profesión la que dignifica a la persona, es la persona la que dignifica la profesión” Y cuánta razón tenía la afamada caballista y escritora peruana. Debemos buscar ser profesionales, no solamente profesionistas.
Son cinco los atributos que cualquiera de nosotros puede reconocer en un profesional:
- Pasión por su profesión
- Preparación constante
- Participar y destacar a un alto nivel dando siempre el máximo esfuerzo
- Tener una ética profesional relacionada con su profesión
- Disposición para hacer sacrificios personales para lograr todo lo anterior
RESPONSABILIDAD DE LAS INTERACCIONES
En una ocasión, como parte de un proyecto de consultoría, tuve una sesión con un grupo de 20 ejecutivos de la misma área de una empresa. En la sesión todos concordaban que en ese grupo había problemas de comunicación, de falta de compromiso y de falta de colaboración. Les pedí que levantaran la mano los que pensaban que tenían problemas de comunicación. Nadie levantó su mano. Les pedí lo mismo para los que pensaban que eran personas con falta de compromiso. Nadie. Y lo mismo para los que pensaban que eran personas que no colaboraban con otros. Lo mismo, nadie. Entonces, les dije: “no entiendo. ¿Cómo es que en un grupo donde personas que son buenas para comunicarse, que cumplen sus compromisos y que son colaborativas tienen esos problemas?
El verdadero problema es que en problemas de interacción pensamos que la causa de estos es el otro, no uno. Y eso no es asi. Uno es parte del problema y debe entonces tomar la responsabilidad que nos corresponde.
Una organización es un ente complejo de interacciones humanas. El rol ejecutivo lleva consigo la interacción con un conjunto de personas en una dimensión de 360°, tanto en el interior y como en el exterior de la organización. Cada grupo con sus intereses y puntos de vista que hasta pueden estar en conflicto. Por eso, tomar responsabilidad de esas interacciones, es fundamental en la tarea ejecutiva.
SER DE VALORES
En una ocasión escuché mencionar al orador invitado en la ceremonia de graduación de una prestigiosa universidad. “Poca gente va a recordar lo
que ustedes les digan pero nunca van a olvidar cómo los hayan hecho sentir.” Uno toca a las personas no con lo que uno dice ni lo que uno hace, sino en cómo uno los hace sentir.
Por eso mismo, un líder no es una persona en quién la gente confía, es quien logra que la gente confíe en ellos mismos. Esto definitivamente tiene que ver con conocimiento y habilidades pero basados en valores. La esencia de nuestra acción son los valores que practicamos.
El liderazgo implica también realizar cambios que enfrentan resistencias, en algunos casos feroces. Resistencias a las que una persona es fácil de doblar las manos. Lo que en el fondo fortalece a la persona son los propósitos y valores. El propósito fundamental que no puede haber intereses personales por encima de los intereses de la organización, que son todos quienes la forman, con valores como la honestidad, legalidad, ética, colaboración y respeto, entre otros.
MANTENER UN BALANCE DE VIDA
Muchos de nosotros hemos sido testigos de casos en los que una persona es un gran ejecutivo o empresario e igualmente son exitosos en su vida familiar y personal. Pero igualmente podemos ser testigos de lo contrario; ejecutivos exitosos en el negocio, pero un fracaso en su vida familiar y personal. La diferencia es que los primeros son personas que buscan tener un balance en lo profesional, personal y familiar. Yo creo que el verdadero éxito se basa en lograr ese balance.
Quienes logran ese balance es porque le dan prioridad y se enfocan en eso, no sólo en su profesión, tambien en el desarrollo de la familia y en el desarrollo personal.
EL ÉXITO ENGENDRA EL FRACASO
Mientras una persona tenga más éxito profesional, más vulnerable es a enfrentar fracasos. El éxito nos da visibilidad y presenta tentaciones, nos puede dar un sentido de ser infalibles y nos hace no mirar hacia nuestro interior mermando nuestra capacidad de reflexión. Estemos atentos hacia nuestro exterior pero también hacia nuestro interior, hacia nosotros mismos.